La siguiente reflexión presente en el
libro de Walter Riso es una forma realmente interesante de ver en su
perspectiva lo que sucede con los hombres en la sociedad moderna, una forma
fresca y divertida de abordar la problemática masculina (que tanto nos afecta a
las mujeres también), te invito a leer el libro completo en el enlace
NO ES TAN FÁCIL SER VARÓN
Por Walter Riso
Ser hombre, al menos en
los términos que demanda la cultura, no es tan fácil. Esta afirmación, descarada para las feministas
y desconcertante para los machistas, refleja una realidad encubierta a la que deben
enfrentarse día a día miles de varones para cumplir el
papel de una masculinidad tonta, bastante superficial
y potencialmente suicida.
Pese a que la mayoría de
los hombres aún permanecen fieles a los patrones tradicionales del "macho" que les
fueron inculcados en la niñez, existe un movimiento de liberación masculina
cada vez más numeroso, que rehúsa ser víctima
de una sociedad evidentemente contradictoria frente a su desempeño. Mientras un grupo considerable de mujeres pide a gritos
mayor compasión, afecto y ternura de sus
parejas masculinas, otras huyen aterradas ante un hombre "demasiado
suave". Los padres hombres suelen exigir a
sus hijos varones una dureza inquebrantable, y las maestras de escuela un
refinamiento tipo lord inglés. El mercadeo de la supervivencia cotidiana
propone una competencia tenaz y una lucha fratricida, mientras que la familia
espera el regreso a casa de un padre y un marido sonriente, alegre y pacífico. De un lado el poder, el éxito y el dinero
como estandartes de autorrealización masculina,
y del otro la virtud religiosa de la sencillez y la humildad franciscana como indicadores
de crecimiento espiritual.
Una jovencita de 19 años
describía su hombre ideal así: "Me gustaría que fuera seguro de sí mismo, pero que también
saque su lado débil de vez en cuando; tierno y cariñoso, pero no empalagoso;
exitoso, pero no obsesivo; que se haga cargo de una,
pero que no sea absorbente; intelectual, pero que
también sea hábil con las manos...".Cuando terminó su larga descripción le
contesté que un hombre así sería un
interesante caso de personalidad múltiple.
No es tan sencillo ser, al
mismo tiempo, fuerte y frágil, seguro y dependiente, rudo y tierno, ambicioso y
desprendido, eficiente y tranquilo, agresivo y respetuoso, trabajador y casero.
El desear alcanzar estos puntos medios, que entre otras cosas aún nadie ha podido
definir claramente, creó en la mayoría de los hombres
un sentimiento de frustración permanente: no damos en el clavo. Esta
información contradictoria lleva al varón,
desde la misma infancia, a ser un equilibrista de las expectativas sociales: a
intentar quedar bien con Dios y con el diablo.
No me refiero a los típicos machistas, sino a esos
hombres que aman a sus esposas y a sus hijos de manera
honesta y respetuosa, pero que no han podido desarrollar su potencial humano masculino
por miedo o simple ignorancia. Hablo del varón
que teme llorar para que no lo tilden de homosexual, del que sufre por no conseguir el sustento, del que no es capaz de
desfallecer porque "Los hombres no se dan por vencidos", del que ha perdido la posibilidad de
abrazar y besar tranquilamente a sus hijos, estoy mencionando al hombre que se
autoexige exageradamente, que ha perdido el derecho a la intimidad y que debe
mostrarse inteligente y
poderoso para ser respetado y amado. En fin, estoy aludiendo
al varón que se debate permanentemente entre
los polos de una difusa y contradictoria identificación, tratando de satisfacer
las demandas irracionales de una sociedad que él mismo ha diseñado y que,
aunque se diga lo contrario, aún no está
preparada para ver sufrir realmente a un hombre de "pelo en pecho".
Muchos hombres reclaman el
derecho a ser débiles, sensibles, miedosos e inútiles, sin que por tal razón se los cuestione.
El derecho a poder hablar sobre lo que sienten y piensan, no desde la soberbia ni
para justificarse de los ataques insanos del
resentimiento feminista, sino desde la más honda sinceridad.
Afirmar que el hombre
sufre no significa desconocer los problemas del sexo femenino. Las mujeres se han preocupado por
su emancipación desde hace tiempo, y han expresado su sentir por todos los
medios disponibles a su alcance: un ejemplo a seguir por los hombres. Sin embargo,
no creo que la liberación masculina deba establecerse sobre la base de la
incriminación, la condena y la subestimación por el sexo opuesto, tal como lo hicieran los pensadores de
finales de siglo como Schopenhauer, Nietzsche y Freud; ni tampoco a partir de
una autodestructiva culpa milenaria por todos los desastres de la raza humana, como lo han querido sugerir algunos varones
arrepentidos de su propio género. El mundo ha sido
construido y depredado por ambos sexos. La frase lapidaria de Krishnamurti va dirigida
tanto a hombres como a mujeres: "Si realmente amáramos
a nuestros hijos, no habría guerras". Asumir la responsabilidad absoluta del deterioro del planeta y de
la humanidad es un sacrificio innecesario, además
de injusto.
Si consideramos las
aparentes prebendas con las que cuenta el sexo masculino, algunas mujeres se asombran
de que ciertos varones mostremos insatisfacción con el papel que nos toca
desempeñar:"¿Liberarse de qué?","¿Más
liberación?`," ¿No les parece que nos han hecho ya bastante daño apropiándose de todo cuanto hay?". Basta
hacer referencia a la insatisfacción masculina,
para que algunas voces femeninas se alcen:"¿Y acaso nosotras no
sufrimos?". Nadie lo niega.
Una mujer que conocí no hace
mucho, era incapaz de sostener una conversación con un hombre sin esgrimir alguna
consigna antimasculina. Cuando pude expresarle mis opiniones frente a los
problemas que debemos enfrentar los varones, me echó la culpa de las paupérrimas
condiciones laborales a las cuales eran sometidas las mujeres durante la
revolución industrial. Cuando le repliqué que yo todavía no había nacido en aquella época, se levantó furiosa y se fue,
sin antes hacerme personalmente responsable por la explotación que el señor
feudal ejercía sobre las siervas de la gleba (obviamente, no sobre los siervos).
¿Por qué se subestima el
sufrimiento masculino? ¿De dónde viene esa extraña mezcla de asombro e incredulidad
cuando un varón se queja de su papel social? Se da por sentado que las supuestas ventajas de
las que goza el hombre son incuestionables, y por lo tanto, cualquier queja al respecto
debería ser
considerada como una prueba más del afán acaparador y de la ambición desmedida que
lo ha caracterizado. "¿Cómo es posible que
quieran más?". La respuesta es sencilla: querernos menos. Desde la perspectiva
de la nueva masculinidad, las pretendidas reivindicaciones y ganancias del
poder masculino machistas o un verdadero encarte.
El nuevo varón quiere estar
acorde con un despertar espiritual del cual se ha rezagado considerablemente, desea menos capacidad de trabajo, más
afecto, más acercamiento con sus hijos y más derecho
al ocio. Ya no quiere estar aferrado a los viejos valores verticalitas que
fundamentaron la sociedad patriarcal. El nuevo
varón está cansado de ostentar un reinado absurdo y esclavizante, tan envidiado por las feministas de primera y segunda
generación. Al nuevo varón no lo inquietan los míticos
ideales de éxito, poder, fuerza, autocontrol, eficiencia, competitividad, insensibilidad
y agresión. Les regalamos el botín y deponemos
las armas: no nos interesan.
Muchos hombres desean
volver a las fuentes originales del poder masculino, que no se alimenta de la explotación
y la imposición sino de una profunda humanidad compartida. La liberación masculina
no es una lucha para obtener el poder de los medios
de producción, sino para desprenderse de ellos. La
verdadera revolución del varón, más que política, es psicológica y afectiva. Es
la conquista de la libertad interior y el
desprendimiento de las antiguas señales ficticias de seguridad. Tal como dice el
refrán: "No es rico el que más tiene, sino quien
menos necesita". Y los hombres debemos reconocerlo: hemos necesitado de demasiadas cosas inútiles para sobrevivir.
La nueva masculinidad no
quiere quedar atrapada en la herencia salvaje y simiesca que tanto aplaude y festeja
la cultura. Tampoco desea reprimir o negar la propia biología, sino superarla,
transformarla e integrarla aun crecimiento más trascendente.
El estereotipo tradicional del varón lo ha mantenido atado al patrón biológico,
fomentando y exagerando, directa o soterradamente, un sin número de atributos
primitivos que ya han perdido toda funcionalidad adaptativa. En la moderna jungla
de asfalto, "valores" como la fuerza física, la valentía, la
violación y la agresión física, sólo para citar algunos,
ya no definen al más apto. En este sentido, pienso
que las mujeres han logrado independizarse mucho
más que nosotros de los viejos arquetipos. Insisto: la idea no es suprimir
nuestras raíces, ni reprimirlas expresiones
naturales que surgen de las mismas, sino cortar aquellos lastres disfuncionales
que nos impiden avanzar hacia una nueva
existencia. Es imprescindible desbloquear el estancamiento evolutivo en el que nos encontramos. Ni la cruel genética
determinista ni el ingenuo ambientalismo relativista:
independencia y evolución. Dos claves, dos premisas, dos banderas.
Por último, vale la pena
señalar que, aunque a través de la historia se han hecho varias revisiones al
papel del hombre, el cuestionamiento actual del varón parece insinuarse de una
manera más profunda que en las anteriores. A diferencia de la crisis masculina
de los siglos XVII y XVIII en Francia e Inglaterra, donde solamente los hombres de las clases dominantes
asumieron un papel más femenino y pacifista en
oposición a la brutalidad masculina previa, el trance actual parece ser más generalizado
y radical, no sólo por la magnitud geográfica sino,
además y principalmente, por los valores que afecta. Un nuevo hombre está naciendo. Algo se está gestando en el varón y
no viene de afuera. Ese extraño presagio masculino,
que se hace sentir fuertemente en las nuevas generaciones de adolescentes
varones, lleva implícito un singular mensaje de
amor que debemos aprender a descifrar. El presente libro es una contribución a
ese objetivo.
https://www.dropbox.com/s/10w50ezqst2aj16/Intimidades%20Masculinas%20-%20WalterRiso.pdf?dl=0
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