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sábado, 27 de junio de 2015

¿BALAS O SEMILLAS?

Hace algunos días me encontré con cierto profesor, que es un personaje muy respetado y una gran eminencia en su campo según afirman muchas personas, y a cuyas charlas he tenido oportunidad de asistir en varias ocasiones, y debo admitir que es una persona con muy buenas ideas y planteamientos para enseñar, no obstante, cuando las personas asisten a sus conferencias, es imposible no darse cuenta de la antipatía que genera esta persona en las audiencias que le escuchan; Esto causado por la repetición incansable de los lugares a los que fue y los éxitos que ha cosechado, un frecuente YO, en la expresión de las ideas que expone a sus estudiantes termina generando cansancio y al agregarle también una barrera de antipatía y rechazo difícil de superar para sus oyentes, por muy buenas que sean sus ideas, es de verdad poco probable que la mayor parte de su audiencia le siga o intente adentrarse en lo que él propone por el solo hecho de recordarlo… Esa situación me hizo recordar la siguiente historia:

BLA, BLA, BLA
- Antes de morir pienso hacer un peregrinaje a Tierra Santa  – dijo un barón de la industria  del siglo diecinueve al escritor Mark Twain –  Subiré a la cumbre del Monte Sinaí y leeré los diez mandamientos en voz alta.
El hombre miró a Mark Twain, muy satisfecho de sí mismo.
- ¿Por qué no se queda aquí y los cumple? – cuentan que fue la respuesta de Twain –
Tomada de: Aplícate el cuento, de Soler y Conangla (2004)

Y me repite internamente, la importancia de vivir en el ahora, en ser humilde en cuanto se  puede saber respecto a algunas cosas, si bien, puedes ser muy bueno en alguna rama del conocimiento, seguramente serás absolutamente ignorante en algunas otras cosas,  la mayoría de los seres humanos somos ignorantes, ¡afortunadamente no todos ignoramos lo mismo! Y me hace pensar en Ghandi, el exponía lo siguiente:



Y creo que allí es donde reside la verdadera sabiduría en encontrar un equilibrio, cierta vez leí una historia de la vida de Buda, cuando el pasaba por una etapa donde ingresa en la religión de los faquires… dicen que llevaba ya varios días sin comer sentado a la orilla de un río, cuando en una pequeña barca venía un pescador con su hijo y éste último tenía un Sitar que estaba aprendiendo a tocar con ayuda de su padre. El niño, estaba arreglando las cuerdas porque el instrumento no sonaba bien, el padre al ver lo que este hacía se acerca al niño, le pide el instrumento y se sienta a su lado, empieza a regular la tensión de las cuerdas y le dice al pequeño: - Ni tan flojo que no suene ni tan tenso que se rompa. Y luego de arreglarle las cuerdas el pequeño continuó con su aprendizaje. Es entonces cuando Buda tiene la visión del equilibrio necesario para todas las cosas, deja la religión de los faquires e inicia su camino hacia la iluminación. 
Si bien expresar el conocimiento es necesario, la gracia verdadera radica en enseñar a sin hacer sentir menos importantes a tus estudiantes, sin ellos simplemente, tú, "el maestro" no estarías allí (recuérdalo siempre), explora un equilibrio al expresar lo que conoces, porque seguramente quienes están pasando por nuestras manos como estudiantes saben muchas cosas que podrían enseñarnos y aportarle a nuestras vidas si lo permitimos. Y debemos elegir en dar balas o semillas.

¿BALAS O SEMILLAS?

Una persona puede ofrecer sus ideas a otra, como balas o semillas.
Puede dispararlas o sembrarlas; pegar en la cabeza a la gente con ellas o plantarlas en sus corazones.
Las ideas usadas como balas matarán la inspiración y neutralizarán la motivación.
Usadas como semillas, echarán raíces, crecerán y se volverán realidades en las vidas que fueron plantadas.
El único riesgo en usarlas como semillas, es que una vez crecen y se convierten en parte de aquellos en quienes fueron plantadas, es probable que nunca te reconozcan el mérito de haberlas ideado.
Pero si uno está dispuesto a prescindir del crédito… ¡Recogerá una rica cosecha!
Tomada de: Aplícate el cuento, de Soler y Conangla (2004)

“Necesitamos maestros aprender a sembrar… porque las balas pasan o se entierran en el suelo, las semillas generan pastos, bosques, selvas, flores, y miles de frutos que pueden hacer maravillas para recuperar al mundo y regresarlo a un estado de bondad, alegría y paz. La elección es sólo tuya” 
Beth







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