Hace algunos días me
encontré con cierto profesor, que es un personaje muy respetado y una gran
eminencia en su campo según afirman muchas personas, y a cuyas charlas he
tenido oportunidad de asistir en varias ocasiones, y debo admitir que es una persona
con muy buenas ideas y planteamientos para enseñar, no obstante, cuando las
personas asisten a sus conferencias, es imposible no darse cuenta de la
antipatía que genera esta persona en las audiencias que le escuchan; Esto
causado por la repetición incansable de los lugares a los que fue y los éxitos que
ha cosechado, un frecuente YO, en la expresión de las ideas que expone a sus estudiantes
termina generando cansancio y al agregarle también una barrera de antipatía y
rechazo difícil de superar para sus oyentes, por muy buenas que sean sus ideas,
es de verdad poco probable que la mayor parte de su audiencia le siga o intente
adentrarse en lo que él propone por el solo hecho de recordarlo… Esa situación
me hizo recordar la siguiente historia:
BLA, BLA, BLA
- Antes de morir pienso hacer un
peregrinaje a Tierra Santa – dijo un
barón de la industria del siglo
diecinueve al escritor Mark Twain – Subiré
a la cumbre del Monte Sinaí y leeré los diez mandamientos en voz alta.
El hombre miró a Mark Twain, muy
satisfecho de sí mismo.
- ¿Por qué no se queda aquí y los
cumple? – cuentan que fue la respuesta de Twain –
Tomada de:
Aplícate el cuento, de Soler y Conangla (2004)
Y me repite
internamente, la importancia de vivir en el ahora, en ser humilde en cuanto se puede saber respecto a algunas cosas, si bien,
puedes ser muy bueno en alguna rama del conocimiento, seguramente serás
absolutamente ignorante en algunas otras cosas,
la mayoría de los seres humanos somos ignorantes, ¡afortunadamente no
todos ignoramos lo mismo! Y me hace pensar en Ghandi, el exponía lo siguiente:
Y creo que allí es
donde reside la verdadera sabiduría en encontrar un equilibrio, cierta vez leí
una historia de la vida de Buda, cuando el pasaba por una etapa donde ingresa en
la religión de los faquires… dicen que llevaba ya varios días sin comer sentado
a la orilla de un río, cuando en una pequeña barca venía un pescador con su
hijo y éste último tenía un Sitar que estaba aprendiendo a tocar con ayuda de
su padre. El niño, estaba arreglando las cuerdas porque el instrumento no
sonaba bien, el padre al ver lo que este hacía se acerca al niño, le pide el
instrumento y se sienta a su lado, empieza a regular la tensión de las cuerdas
y le dice al pequeño: - Ni tan flojo que no suene ni tan tenso que se rompa. Y
luego de arreglarle las cuerdas el pequeño continuó con su aprendizaje. Es
entonces cuando Buda tiene la visión del equilibrio necesario para todas las
cosas, deja la religión de los faquires e inicia su camino hacia la
iluminación.
Si bien expresar el conocimiento es necesario, la gracia verdadera
radica en enseñar a sin hacer sentir menos importantes a tus estudiantes, sin ellos simplemente, tú, "el maestro" no estarías allí (recuérdalo siempre), explora un
equilibrio al expresar lo que conoces, porque seguramente quienes están pasando
por nuestras manos como estudiantes saben muchas cosas que podrían enseñarnos y
aportarle a nuestras vidas si lo permitimos. Y debemos elegir en dar balas o
semillas.
¿BALAS O SEMILLAS?
Una persona puede
ofrecer sus ideas a otra, como balas o semillas.
Puede dispararlas o
sembrarlas; pegar en la cabeza a la gente con ellas o plantarlas en sus
corazones.
Las ideas usadas como
balas matarán la inspiración y neutralizarán la motivación.
Usadas como semillas,
echarán raíces, crecerán y se volverán realidades en las vidas que
fueron plantadas.
El único riesgo en
usarlas como semillas, es que una vez crecen y se convierten en parte de
aquellos en quienes fueron plantadas, es probable que nunca te reconozcan el
mérito de haberlas ideado.
Pero si uno está
dispuesto a prescindir del crédito… ¡Recogerá una rica cosecha!
Tomada de:
Aplícate el cuento, de Soler y Conangla (2004)
“Necesitamos maestros
aprender a sembrar… porque las balas pasan o se entierran en el suelo, las semillas generan
pastos, bosques, selvas, flores, y miles de frutos que pueden hacer maravillas para
recuperar al mundo y regresarlo a un estado de bondad, alegría y paz. La elección
es sólo tuya”
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