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viernes, 26 de junio de 2015

LA ALEGRÍA DE NEVADO

Hoy quiero presentar a un escritor Venezolano, Francisco Ramírez, quien me mostró su visión del perro de raza Mucuchíes Nevado que perteneció  a Simón Bolívar plasmada en una historia que él creó titulada: La Alegría de Nevado, esta historia a su vez yo la compartí con los niños de la Unidad Educativa Ana Leonides Mercado donde me desempeño como docente de aula integrada, y fue realmente gratificante compartirla con ellos, porque además estaban en ese momento desarrollando un proyecto referente a las mascotas, y ya tenían una referencia acerca de la historia de Nevado, recomiendo esta historia para compartir con niños de todas las edades, ya que despierta en ellos valores positivos  transmitiendo un mensaje de amor y respeto hacia los animales. Aquí les dejo el cuento y  algunas de las creaciones que hicieron los niños en referencia a la historia contada:

La alegría de Nevado

Recostado sobre el verde pasto se encontraba el perro Nevado, con su pelaje grueso, moteado, lengua afuera y mirada reflexiva, de pronto su cola se mueve de un lado a otro sin parar, su cuerpo se estremece y un ladrido incontenible sale de su hocico. Una voz fuerte lo llama – ¿Nevado, dónde estás?- Corriendo de manera veloz se acerca a su amo, que con firme ternura acaricia sus orejas y nuca, sin aguantar más, el perro se echa al suelo con sus cuatro patas al aire para recibir su dosis de cariño en pecho y barriga, de pronto se levanta y comienza a lamer el rostro de su dueño, quien con gentileza lo baja e invita a caminar.
Nevado, quien va trotando, comienza a recordar cuando conoció por primera vez a su dueño, las voces, sonidos e imágenes comienzan adornar su mente, de pronto la imagen de un niño que lo carga en brazos siendo apenas un cachorro, aproximadamente siete años atrás, dice – Mi señor Libertador, no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros, no tengo nada que ofrecerle, solo este perrito para que lo acompañe y defienda donde quiera que usted se encuentre – Muchas gracias por tan tierno obsequio – Dice el Libertador – Le pondré por nombre Nevado, como las montañas de los Andes.
Los días pasan con velocidad y siendo apenas un pequeño sabueso ya explora el lugar con olfato sin igual y orejas de radar – Necesito alguien que lo cuide - Dice el Libertador – Yo mismito soy mi señor – Le comenta un hombre que lo escuchó - ¿Quién es usted? – Yo me llamo Tinjacá - ¿Y qué hace usted? – Trabajo la tierra y curo a los animales cuando se lastiman – Acompáñenos en la campaña y podrá cuidar de mi perro, le puse por nombre Nevado – Está bien mi señor, no se arrepentirá. Así Nevado conoció a su gran amigo, el indio Tinjacá.
La memoria fotográfica del activo can no paraba, fueron muchos los lugares que recorrió: por tierra, monte, barro, ríos, con lluvia, sol y también frío. Sus orejas se activaron al recordar el sonido de los cañones, gritos de personas y disparos de mosquetes, siempre activo en la batalla estuvo custodiando a su amo, dando mordidas guerreras sin miedo alguno.
-¿Nevado, donde estás? – Aquí amo – Responde con un ladrido y agitando su cola sonríe alegre, porque sabe que su dueño lo ama con toda libertad... Continuará
Francisco Ramírez

   

   



  

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