Hoy
quiero presentar a un escritor Venezolano, Francisco Ramírez, quien me mostró
su visión del perro de raza Mucuchíes Nevado que perteneció a Simón Bolívar plasmada en una historia que
él creó titulada: La Alegría de Nevado, esta historia a su vez yo la compartí
con los niños de la Unidad Educativa Ana Leonides Mercado donde me desempeño
como docente de aula integrada, y fue realmente gratificante compartirla con
ellos, porque además estaban en ese momento desarrollando un proyecto referente
a las mascotas, y ya tenían una referencia acerca de la historia de Nevado,
recomiendo esta historia para compartir con niños de todas las edades, ya que
despierta en ellos valores positivos transmitiendo un mensaje de amor y respeto
hacia los animales. Aquí les dejo el cuento y algunas de las creaciones que
hicieron los niños en referencia a la historia contada:
La alegría de Nevado
Recostado sobre el verde pasto se
encontraba el perro Nevado, con su pelaje grueso, moteado, lengua afuera y
mirada reflexiva, de pronto su cola se mueve de un lado a otro sin parar, su cuerpo
se estremece y un ladrido incontenible sale de su hocico. Una voz fuerte lo
llama – ¿Nevado, dónde estás?- Corriendo de manera veloz se acerca a su amo,
que con firme ternura acaricia sus orejas y nuca, sin aguantar más, el perro se
echa al suelo con sus cuatro patas al aire para recibir su dosis de cariño en
pecho y barriga, de pronto se levanta y comienza a lamer el rostro de su dueño,
quien con gentileza lo baja e invita a caminar.
Nevado, quien va trotando, comienza
a recordar cuando conoció por primera vez a su dueño, las voces, sonidos e
imágenes comienzan adornar su mente, de pronto la imagen de un niño que lo
carga en brazos siendo apenas un cachorro, aproximadamente siete años atrás,
dice – Mi señor Libertador, no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por
nosotros, no tengo nada que ofrecerle, solo este perrito para que lo acompañe y
defienda donde quiera que usted se encuentre – Muchas gracias por tan tierno
obsequio – Dice el Libertador – Le pondré por nombre Nevado, como las montañas
de los Andes.
Los días pasan con velocidad y
siendo apenas un pequeño sabueso ya explora el lugar con olfato sin igual y
orejas de radar – Necesito alguien que lo cuide - Dice el Libertador – Yo
mismito soy mi señor – Le comenta un hombre que lo escuchó - ¿Quién es usted? –
Yo me llamo Tinjacá - ¿Y qué hace usted? – Trabajo la tierra y curo a los
animales cuando se lastiman – Acompáñenos en la campaña y podrá cuidar de mi
perro, le puse por nombre Nevado – Está bien mi señor, no se arrepentirá. Así
Nevado conoció a su gran amigo, el indio Tinjacá.
La memoria fotográfica del activo
can no paraba, fueron muchos los lugares que recorrió: por tierra, monte,
barro, ríos, con lluvia, sol y también frío. Sus orejas se activaron al
recordar el sonido de los cañones, gritos de personas y disparos de mosquetes,
siempre activo en la batalla estuvo custodiando a su amo, dando mordidas
guerreras sin miedo alguno.
-¿Nevado, donde estás? – Aquí amo –
Responde con un ladrido y agitando su cola sonríe alegre, porque sabe que su dueño
lo ama con toda libertad... Continuará
Francisco Ramírez


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